Poema de Gilgamesh.
- Género: documento literario, concretamente, se trata de una epopeya.
- Escritura cuneiforme: doce tablillas de arcilla, encontradas en la biblioteca del rey Usurbanipal en Nínive.
- Contenido:
Historia que recoge la tradición mitológica de la zona.
Es una reflexión sobre el sentido de la vida humana y la inmortalidad. Se anuncian dos tópicos:
1. La muerte igualadora.
2. Disfrutar del presente (carpe diem).
Argumento:
Gilgamesh fue un rey déspota que gobernaba la ciudad babilónica de Uruk. Este oprimía de tal modo a su pueblo, que los dioses enviaron a Enkidu, hombre salvaje, despiadado y cruel, para retarlo en un lucha atroz. Acabada esta sin un claro vencedor, ambos se hicieron grandes amigos. Juntos emprenden un viaje y protagonizan numerosas aventuras.
Cuando ambos regresan a Uruk, la diosa Isthar declara su amor a Gilgamesh, que la rechaza.
Despechada, envía al Toro del Cielo a destruir la ciudad. Los dos amigos dan muerte a la bestia y, por ello, los dioses castigan a morir a Enkidu.
Tras la muerte de su amigo, muy afectado, Gilgamesh visita al sabio Utnapishtim para que le descubra el secreto de la inmortalidad. Es, entonces, cuando el sabio le narra un episodio en el que ocurre una inundación de enormes dimensiones (este episodio muestra múltiples coincidencias con otros relatos de las literaturas antiguas). Utnapishtim, reticente, también le revela que la planta que le otrogará la inmortalidad se encuentra en las profundidades del mar. Gilgamesh se sumerge en su búsqueda y la coge, pero una serpiente le ataca y se la roba. Desolado, el héroe regresa a su ciudad, donde acabará sus días.
LECTURA.
Gilgamesh, que ha perdido a su amigo, está angustiado por la muerte. En este fragmento, la tabernera con la que se encuentra recurre a un famoso tópico literario acerca del tiempo:
TABLILLA X.
Siduri, la tabernera, que habita en la orilla del mar, residía allí sobre un trono (…) Gilgamesh, después de haber vacilado, se dirigió a ella. Iba vestido con una simple piel de animal, había en su cuerpo carne divina, pero la angustia había entrado en sus entrañas. Su aspecto era como el del que ha hecho un largo viaje (…)
-Tabernera, si mis mejillas están demacradas, mi rostro abatido, si mi corazón está dolido y mis rasgos demudados, si la angustia ha entrado en mis entrañas, si mi aspecto es como el del que ha hecho un largo viaje, y mi cara está curtida por el frío y el calor, si, afrontando las ráfagas de viento, ando vagando por la estepa, es por miedo a la muerte por lo que yo recorro la estepa. Lo que ha ocurrido a mi amigo me obsesiona. A través de un largo camino recorro la estepa, ¿cómo callarme?, ¿cómo guardar silencio? Mi amigo, al que yo amaba, ahora es como el barro. ¿No iré, como él, a acostarme para no levantarme nunca más? (…) Endiku, al que yo amaba entrañablemente, que conmigo había franqueado tantos obstáculos, se ha ido al destino del hombre. (…) Desde que partió yo he buscado en vano la vida, no ceso de errar como un bandido a través de la estepa.
La tabernera respondió así a Gilgamesh:
-Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado para otro? La vida que persigues no la encontrarás jamás. Cuando los dioses crearon la humanidad, asignaron la muerte para esa humanidad, pero ellos guardaron entre sus manos la vida. En cuanto a ti, Gilgamesh, llena tu vientre, vive alegre día y noche, haz fiesta cada día, danza y canta día y noche, que tus vestidos sean inmaculados, lávate la cabeza, báñate, atiende al niño que te tome de la mano, deleita a tu mujer, abrazada contra ti. Esa es la única perspectiva de la humanidad.
TABLILLA XI
Utanapistin le habló a Gilgamesh: “Revelaré ante ti, oh Gilgamesh, palabras secretas y el propósito de los dioses te manifestaré. Suripak, ciudad que conoces, se levanta en las orillas del Éufrates. La ciudad había envejecido y con ella los dioses que la habitaban. Sus corazones indujeron a los dioses a enviar una gran inundación. Allí estaban Anu, padre de los dioses, el guerrero Enlil, que los aconsejaba, Nibib, que les servía de mensajero, y Enugi, su príncipe. El señor de la sabiduría, Ea, se sentaba también entre ellos; sus palabras las repitió él en la cabaña de cañas, diciendo: ¡Oh, cabaña de cañas! ¡Oh, pared! ¡Oh, cabaña de cañas y pared! ¡Óyeme y presta atención! ¡Oh, hombre de Suripak, hijo de Ubara-Tutu, echa abajo tu casa, construye una embarcación, abandona todo lo que posees, pon atención por tu vida! Tus dioses te abandonan, ponte a salvo, lleva a la embarcación semilla viviente de todas las especies.” (…)
Utanapistin siguió las instrucciones del dios Ea y reunió la madera necesaria para construir la embarcación, y al quinto día le puso la quilla. La construyó en forma de arca y levantó una casa de 120 codos de altura, que dividió en seis pisos. (…) Hizo traer aceite y sacrificó bueyes y corderos. (…) Y cuando estuvo dispuesto, llevó allí todas sus pertenencias. También llevó a todos sus familiares y a sus dependientes, así como el ganado que pacía en el campo y los animales que corrían por él, y a los artesanos: a todos los puso en el arca. Shamash, dios del Sol, había fijado un momento determinado diciendo: “Al atardecer, el Señor de la oscuridad enviará lluvia copiosa. Entra entonces en el arca y enciérrate en ella”. El momento señalado llegó y, al oscurecer, el Señor de la oscuridad envió raudales de lluvia.
Al final del relato, el héroe, que ha ido en busca de la inmortalidad, fracasa en su tentativa, debido a la intervención de una serpiente:
TABLILLA XII.
Gilgamesh dijo a Utnapishtim, el Lejano: «¿Qué haré, Utnapishtim; adónde iré, ahora que el Despojador hace presa en mis miembros? En mi alcoba acecha la muerte, ¡y doquiera que pongo mi pie está la muerte!». Utnapishtim dijo a Urshanabi, el barquero:
—Urshanabi, [...] al hombre que trajiste aquí, cuyo cuerpo está cubierto de suciedad, la gracia de cuyos miembros pieles desfiguraron, lleva, Urshanabi, y condúcelo al lugar del baño. Que se libre de su suciedad con agua limpia como la nieve, que se despoje de sus pieles y el mar las arrastre, que su cuerpo sea untado con aceites finos, que la belleza de su cuerpo se pueda ver. Haz que renueve la banda de su cabeza, que se ponga ropajes reales dignos de él, hasta que se vaya a su ciudad, hasta que reanude su viaje. ¡Que sus ropas no tengan manchas, que sean totalmente nuevas!
Urshanabi lo llevó y condujo al lugar del baño. Se lavó la suciedad con agua limpia como la nieve. Se despojó de sus pieles, el mar las arrastró, se untó con aceites finos, renovó la banda que ceñía su cabeza, se puso ropajes reales dignos de él hasta que se fuera a su ciudad, hasta que reanudara su viaje, sus ropas permanecieron sin manchas, totalmente limpias.
Gilgamesh y Urshanabi subieron a la barca. Lanzaron la barca a las olas y zarparon. Su esposa le dijo a él, a Utnapishtim, el Lejano:
—Gilgamesh vino aquí, penando y esforzándose. ¿Qué le entregarás para que regrese a su tierra con honor?
Entonces Gilgamesh levantó su pértiga para acercar la barca a la playa. Utnapishtim habló a Gilgamesh, diciendo:
—Gilgamesh, viniste aquí, penando y esforzándote. ¿Qué te entregaré para que regreses a tu tierra con honor? Te revelaré, oh Gilgamesh, una cosa oculta, y un secreto de los dioses te diré: hay una planta. Sus espinas pincharán tus manos como la rosa. Si tus manos obtienen la planta, serás joven de nuevo.
En cuanto Gilgamesh oyó esto, ató piedras pesadas a sus pies. Le bajaron a lo profundo y vio la planta. Cogió la planta, aunque pinchó sus manos. Cortó las piedras pesadas de sus pies y el mar lo lanzó a la orilla.
Gilgamesh habló a Urshanabi, el barquero, diciendo:
—Urshanabi, esta planta es una planta contra la decadencia, por la que un hombre puede reconquistar el aliento de su vida. La llevaré a la amurallada Uruk, haré que un anciano la coma para probarla. El nombre de la planta es «el hombre se hace joven en la senectud». Entonces, yo mismo comeré y así volveré al estado de mi juventud.
Después de veinte leguas se detuvieron para comer, después de treinta leguas se prepararon para pasar la noche. Gilgamesh vio un pozo cuya agua era fresca. Bajó a bañarse en el agua. Una serpiente olfateó la fragancia de la planta; salió del agua y arrebató la planta. Al retirarse mudó de piel.
Ante esto Gilgamesh se sienta y llora. Las lágrimas se deslizan por su cara. Cogió la mano de Urshanabi, el barquero: «¿Para quién, Urshanabi, mis manos trabajaron? ¿Para quién se gastó la sangre de mi corazón?».
Influencia en la literatura posterior:
1. Interactuación entre héroes y dioses: Biblia, mitología grecolatina.
2. El personaje de Utnapishtim, primera versión de Noé, protagonista del episodio bíblico del Diluvio Universal. 3. Tópicos horacianos: "aequo pulsat pede" (muerte igualadora) y "carpe diem" (aprovecha el tiempo).
4. La búsqueda de la inmortalidad:
- Libro de Aleixandre (sobre Alejandro Magno), Anónimo (mester de clerecía)
- Fausto, Goethe.
- El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde.
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